El hombre es justificado
por las obras y por la fe
La fe sin obras es muerta en aquellos que siguen una religión sin tener una ruptura con las locuras del mundo, pues eso significa estar en una religión fácil, de fe sola, sin exijirse luchas ni desprendimientos.
Entonces, como lo dijo el apóstol Santiago (2:12.24) ¿de qué sirve que alguien diga que tiene fe, si no tiene obras?.
La obra de Abrahan es una muestra de que no se debe aplicar una doctrina seductora de la fe sin obras.
Cuando Abraham, en la misión de salvar a sus condiscipulos del diluvio, que ofreció sobre el altar a su hijo Isaac, ahí actuó la fe justamente con la obra.
Hoy día, en República Dominicana, que "nadie se engañe a sí mismo creyendo que puede volverse santo mientras viole premeditadamente uno de los preceptos divinos. Un pecado cometido deliberadamente acalla la voz atestiguadora del Espíritu y separa al alma de Dios. El pecado es transgresión de la ley y todo aquel que continúa pecando, no le ha visto, ni le ha conocido."
Si los hombres "no sienten el peso de la ley moral", empequeñecen y tienen en poco los preceptos de Dios, si violan el menor de estos mandamientos y, si enseñan a los hombres, no serán estimados ante el cielo, por tanto sus pretensiones de ser santos no tienen asidero alguno.
El que predica conocer a Dios mediante la fe y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso.
Hay que decir, que Pedro pronunció estas palabras: "Os ruego, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1- Pedro 2:11).
Quiso decir a los predicadores que buscaran la santidad con temor a Dios y cultivar el fruto del Espíritu que es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mancedumbre, todo esto con dominio propio.
La propia iglesia católica lo dice, que a pesar de esas inspiradas declaraciones de principios ¿Cuántos cristianos de profesión están debilitando sus facultades en la búsqueda de ganancias o en el culto que rinden a la moda; cuántos están envileciendo en su ser la imagen de Dios con la glotonería, las bebidas espeirituasoas , los placeres ilícitos.
Y la iglesia, en lugar de de reprimir el mal, muy a menudo, lo fomenta recurriendo a los apetitos, al amor del lucro y de los placeres para llenar su tesoro.
Actualmente, si el hijo de Dios, Jesús, viene de nuevo y entra en las iglesias y ve los festejos y el tráfico impío que se practica en nombre de la religión, sin duda que arrojaría a esos profanadores, como arrojó del templo a los cambiadores de moneda, como lo registra la Biblia.
Hay cristianos de profesión, predicadores, sacerdotes, que gastan al año grandes cantidades de dinero en goces inútiles y perniciosos mientras mucha gente muere por falta de la palabra de la vida dichas con fe.
Roban los diezmos, ofrendas y donaciones humanitarias, mientras consumen en altares de la pasión más de lo que dan para socorrer a los pobres o para el sostenimiento del evangelio.
Se requiere, entonces, que los rectores den el ejemplo de temperancia, absnegaciín y sacrificio en sí mismos, para que entonces se les respete y sigan como la luz del mundo.
¿Saben, ahora, de quien o de quienes hablo?.
Haga una lista, en su mente; yo, ya tengo el primero...es el paladin de la soberbia y del odio contra unos...y sermones contra otros...