El valor de una disculpa
Cuando contábamos con 25 años de edad, ya éramos del cuerpo de redactores del periódico Listin Diario y, a la vez, rendíamos labor de prensa en el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) el del machete verde, cuyos principales dirigentes eran el ingeniero Caonabo Javier Castillo y el doctor Alfonso Moreno Martínez, otrora candidato presidencial, ambos fallecidos.
Recordamos que mientras elaborábamos el programa radial “Avance Socialcristiano”, que difundíamos por la emisora Onda Musical, por allá por el año de 1970, era habitual ver en el local del partido, situado frente al parque Independencia, a los líderes juveniles Teófilo -Quico- Tabar, quien llegó a ser director de Aduanas en el gobierno de Joaquín Balaguer, y a Héctor Valdez Albizu, actualmente Gobernador del Banco Central de la República y, cabe decirlo, ante ninguno hicimos ni hemos hecho procura alguna, no obstante la relación personal que nos unía, lo mismo que somos amigos del licenciado Elías Wessin Chávez, actual administrador de Bienes Nacionales, y tampoco hemos hecho galas de capacidad para ejercer el tráfico de influencia.
Hemos recibido, incluso, críticas de colegas muy allegados que nos reprochan el hecho de que con tantas relaciones no tengamos casa propia y transitemos en un automóvil propio poco útil para regodearnos del lujo.
Pero es que sentimos orgullo por eso, pues sin orgullo, a pesar de la inversión de valores de estos tiempos, el hombre se expone a perder la dignidad y, nosotros, con nuestros amigos si no le podemos servir no nos servimos de ellos.
Ahora, permítasenos acotar, al tenor del concepto de la dignidad humana, que la nueva Constitución de la República consagra el derecho “al honor personal como a la integridad física, psíquica y moral”; por tanto, el Estado reconoce, por igual, “el derecho al buen nombre y a la propia imagen”, siendo, incluso, garante de que toda autoridad o particular que los viole estará obligado a resarcirlos o repararlos conforme a la ley.
Del mismo modo, la Carta Magna vigente consagra la libertad de expresión e información, es decir, como lo expresa en su texto, que “toda persona tiene derecho a la información” y que este derecho comprende “buscar, investigar, recibir y difundir información de todo tipo, de carácter público, por cualquier medio, canal o vía”, conforme determinan la Constitución y la ley.
Así las cosas, también, la Constitución consagra que “todos los medios de información tienen libre acceso a las fuentes noticiosas oficiales y privadas de interés público”, de conformidad con la ley; en tanto, asume que “el secreto profesional y la cláusula de conciencia del periodista están protegidos” por las mismas normativas de derecho.
Y consagra, igualmente, que “toda persona tiene derecho a réplica y rectificación cuando se sienta lesionada por informaciones difundidas”, derecho que se ejercerá de conformidad con la ley.
Todo lo anteriormente expuesto viene a cuento por el reto a un duelo a muerte con el que desafiamos, hace un par de semanas, a una persona identificada solo como jmlvconsultores@gmail.com (luego se detectó su identidad como José Manuel Luna Valiente) que en un e-mail dirigido al ingeniero Angel Rubio -destacado inversionista en el hipismo- preguntaba…“No, es solo para orientarnos…los señores Márquez y Montás trabajan para…????????"... con lo cual revelaba su intención de poner en tela de juicio nuestro honor personal, nuestra integridad como periodista y nuestra imagen pública, lo mismo que del licenciado Luis Márquez, insinuando que una información hípica que insertamos en este portal, que producimos, había respondido a una paga por salario recibida del presidente de la Comisión Hípica Nacional, licenciado Juan Odalix Pimentel Báez, quien nos suministró un informe sobre su gestión, atendiendo a una petición nuestra y cuyo contenido fue rebatido en un e-mail por el ingeniero Rubio, en su calidad de propietario del establo ARS.
La osadía de la persona que nos llevó a adoptar la tan arrogante determinación de desafiar a un duelo “para lavar con sangre el honor mancillado” no podía concitar en nosotros mayores expectativas, pues los duelos representan una acción desfasada y, hasta cierto punto, risible por ridícula en estos tiempos, pero fue la manera en que reaccionamos para templar nuestro orgullo. Y, previamente, no podíamos hacerle ningún reproche al ingeniero Angel Rubio, a quien se dirigió el aludido e-mail, porque, como dice la propia Constitución: “Nadie es penalmente responsable por el hecho de otro”…
Pero el sábado último, a propósito, sostuvimos en el hipódromo V Centenario una conversación con el ingeniero Rubio y este nos dio la satisfacción que bien pudo ofrecer el señor José Manuel Luna Valiente, que debió disculparse por incurrir en el error de juzgarnos sin conocernos ni indagar sobre nuestra calidad humana y nuestro comportamiento profesional antes de emitir su prejuiciado cuestionamiento.
El señor José Manuel Luna Valiente, actualmente vinculado al Banco Central de la República, adquirió una licencia de dueño de caballos, en abril del año 2000, estableciendo el establo “Las Princesas”, entonces siendo Gerente de Radiodifusión del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) y Coordinador General del Proyecto del Banco Mundial en el ramo. Llama, pues, la atención que una persona de sus dotes profesionales y vínculos con esferas gubernamentales ataque, con prejuicios, a otro funcionario como el presidente de la Comisión Hípica Nacional, quien en lo personal nos trata con respeto, consideración y estima por el rol que desempeñamos en el hipismo, como aficionados a las carreras de caballos y por fungir como presidente de la Asociación Nacional de Cronistas y Comentaristas Hípicos Unidos.
Así, pues, que el reto lanzado contra el señor José Manuel Luna Valiente ya no cuenta y, de nuestra parte, la actitud retadora que asumimos la relegamos al anecdotario hípico, pero “mosca”, como siempre, por lo que eventualmente nos pueda ocurrir en esta vorágine de violencia que vivimos en el país.
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