domingo, 17 de octubre de 2010

La vida no es solo miel y gloria, también, caldos y penalidades...

Política: Autor del Blogger/Tomás E. Montás

Unas lágrimas
por mi amigo
Flores Estrella

Enclaustrado en mi hogar, como hago usualmente en domingo, estuve escuchando canciones interpretadas por cantantes de antaño y en un momento me sumergí en el recuerdo, llegando a mi mente el fatídico episodio del fallecimiento de un amigo íntegro y entrañable: Rafael Flores Estrella, que era llamado “Rafaelito” por sus íntimos.
Mi amistad con Flores inició un domingo cuando,
invitado por el colega Alex Jiménez, director propietario del periódico semanario Primicias, departimos en la tertulia del colmado Deli-Pepe, encuentro de amigos y correligionarios de los primeros que iniciaron la celebración de un diálogo más bien entre pensadores.
Flores sobresalía por como defendía sus ideas y criterios, que exponía con profundidad y suficiente presteza para mantenerla, mereciendo el respeto de los demás contertulios.
Yo era de él un admirador, como también Alex Jiménez y otros que deseaban su presencia en el lugar, para complementar el grupo de discusiones, sobre todo del tema concerniente a la política.
Es que Flores tenía una actitud exponencial relevantemente excepcional. Ahí su carisma, que sobresalía por ese don de los políticos modernos, pero con elevada moral, que tienen facilidad de expresión y claridad en la exposición de sus ideas.
Con el tiempo, nuestras relaciones de amistad se cimentaron y fortalecieron, en la medida que nuestros encuentros eran más frecuentes, sobre todo en su oficina política, en la avenida San Martín, en el sector Don Bosco de la capital, a donde iba a visitarlo, casi siempre en las tardes y, excepcionalmente, en las mañanas cuando yo acudía a verme con caros amigos y contertulios.
En relación conmigo, los vínculos entre Flores y yo, en el fondo, no eran políticas. No teníamos que coincidir para ser amigos. Había un trato especial. Era como una química, algo así como una empatía personal, Yo, mayor que él, era como una persona con la que él se sentía sencillamente bien. Creo que le significaba un descanso en su trajín cotidiano. Una tasa de café era la bienvenida en su oficina política.

Juntarnos Luis Márquez y yo en su oficina, era para él -entregado al análisis político y al estudio de los documentos e informes que recibía sobre el quehacer político nacional- como una pausa.
De las pocas veces que él fue visto en público ahí estábamos nosotros, porque como amigos, Luis Márquez y yo nos preocupábamos de que tuviera un momento de esparcimiento en su vida. Y lo disfrutaba. Era muy comedido. No se excedía y apenas tomaba una o dos copas de Vocka, que era su bebida favorita.
Recuerdo cuando el extraordinario lanzador Pedro Martínez iba a lanzar, no importaba el equipo al que perteneciera, él mismo se programaba para verlo junto a nosotros en un ambiente beisbolero.
Quiero dar testimonio de que mis vínculos con Flores no eran necesariamente en lo que tiene que ver con la vida política. Por eso no le censuré que fuera candidato presidencial de una organización que no era su base política natural, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y, de verdad, percibí en él que nunca dejó de sentir la política cual todo un perredeísta, a pesar de haber sido expulsado como un acto disciplinario que, aunque no aceptó en todo su rigor, sin embargo, entendió para asimilar su accionar, actitud que le valió para ser comprendido por los demás.
Sé que Luis Márquez y yo no podremos evitar ser vistos como de los muy pocos amigos más íntimos de Flores en el final de sus días, en la plenitud de vida que mantuvo no obstante tanto stress por superar sus inconvenientes.
El gozaba con las ocurrencias de un hombre como el licenciado Márquez que, a sus más de 80 años, puede mantener una dinámica de vida que lo hace exhibirse como ejemplo de fortaleza para abrir los ojos cada día.
Cuando por última vez estuve con mi amigo, lo confieso, lo lloré anticipadamente al ver a este hombre fornido, gallardo y apuesto, junto a su esposa, postrado y quejoso en su lecho de cuidados intensivos en el centro médico donde su familia intentó que se recuperara en su salud, deteriorada gravemente a causa de un cáncer de próstata que, finalmente, le interesó varios órganos, máxime las vías respiratorias.
Entonces, cuando lo visité, él al verme junto a su lecho, su gesto fue un intento de consolación por la situación que atravesaba. Estaba resignado. Entendía que ya tanto no podía hacerse para superar el trance que lo ponía al borde de la muerte. Gesticuló, sin dejo dolor, como que nada más había que hacer para mantenerlo con vida. Ahí lloré, pero sin aflorar las lágrimas. Solo me quedó apelar al recurso de la esperanza. Pero ya estaba bajo el designio de Dios. Y pocos días más tarde lo llamó a su regazo.
Este domingo, en vísperas de cumplirse una semana de su dolorosa partida, sentí tanta angustia cuando escuché de gentes decir, como pretendiendo elevar su raigambre, que Flores era "terco", "sufrido" y "amargado".
Pero, caramba, como pueden usarse esos adjetivos como epítetos con un hombre que fue toda entrega a una causa de defensa de los intereses populares, de tanto arrojo, hasta exponer su vida a los designios de un régimen como el de los doce años del doctor Joaquín Balaguer; de un hombre con coraje que tuvo una postura digna ante el acoso de enemigos políticos. Que tuvo la valentía de enfrentar poderes públicos adversos a su pensamiento y poner en jaque a personeros de la política que se gozan con fabular en detrimento de acciones verdaderamente bienhechoras.
Flores no era hombre terco. Tenía y defendía con firmeza sus convicciones, pero podía ser tolerante con quienes razonaban al nivel de convencerlo. No era un sufrido, porque tenía la convicción y reciedumbre de que sus objetivos era posible alcanzarlos, aunque le frustrara el comportamiento de ciertos núcleos de los estratos sociales que merecen ser redimidos.
Y mucho menos amargado, porque él no tenía ambiciones por el manejo de los recursos públicos, que tan fácilmente se roban quienes no son más que políticos corruptos. Tuvo funciones públicas y hizo honor al cumplimiento del deber.

Yo, como Luis Márquez, que somos hípicos –seguimos las carreras de caballos- tuvimos la satisfacción de sacarlo de su redil político y llevarlo al hipódromo V Centenario a ver correr al campeón Sicótico, campeón del Caribe, porque así lo pidió. Quiso ver al ídolo de la afición hípica.
En el momento de saber de sus tribulaciones, no quería afectar a sus amigos más queridos con las preocupaciones de una enfermedad que lo abatía, que lo sacaba de juego.
Supe que quiso ir a los Estados Unidos a tratar su enfermedad, pero el visado le fue negado. Y, entonces, se fue a Cuba para someterse a una cirugía prostática, que le permitió vivir por unos años, con tratamiento de quimioterapia, sin serias preocupaciones, a tal punto que abrió una brecha a esporádicos momentos de diversión, siempre en público. Incluso, fue candidato a Senador por grupos de izquierda.

Ah, y para dejar claro que Flores, rico por herencia, fue un hombre honesto, íntegro, moralista a carta cabal, practicó lo que predicó, la honradez y la lealtad con los amigos y jamás se aprovechó de sus vínculos, como fue el caso de la amistad con el entonces presidente de la República, Hipólito Mejía, quien le envió -no obstante las críticas que prodigaba a su gobierno- una “tarjeta dorada” para que hiciera uso de ella para su recuperación de salud y nunca le dio uso, por considerarlo un privilegio que no había solicitado.
Bueno, pero me parece justo que acoja la remembranza de Alex Jiménez, que publica en la edición de este domingo en su periódico Primicias, como lo publica de esta manera:


“Rafael Flores Estrella, mi amigo, hermano con quien compartí cientos de tertulias, falleció esta semana tras padecer serios problemas de salud en los últimos años.
A la hora de su muerte era analista invitado de Primicias, donde siempre abordó temas inéditos y calientes.
Rafael Flores Estrella, ex secretario administrativo de la Presidencia, fue un dominicano que dedicó su vida a defender el patrimonio nacional y la trasparencia.
Usted puede estar seguro que nunca se robó un centavo en la administración pública ni privada.
Flores Estrella fue enemigo siempre del capitalismo salvaje.
Con Flores Estrella hablaba todas las semanas y definía como contundentes las ediciones de Primicias.
Flores Estrella, Tomás Castro, Augusto Duarte Camilo, Álvaro Arvelo Hijo, el mayor general retirado José Ernesto Cruz Brea, Luis Ruiz Pou, Fulgencio Espinal, Derqui Martínez y otros muy valiosos amigos teníamos una de las tertulias de mayor información inédita. Nos reuníamos en el Supermercado Nacional de la Núñez de Cáceres.
Otra tertulia, la de los domingos en Deli-Pepe cuando estaba en la Lincoln, fue otra de las de mayor influencia en la capital. Allí acudían los doctores Secundino Palacio, Héctor Valdez, Frank Escobar y muchos buenos hermanos y amigos de Flores y Tomás Castro y todo era un acontecimiento.
Primicias valora los aportes que hizo a la democracia y transparencia el ex secretario administrativo de la Presidencia, licenciado Rafael Flores Estrella, victima de los abusos de la administración del fallecido ex presidente Joaquín Balaguer.
Flores Estrella, quien dejó preparadas sus memorias, era una de las personas mejores informadas de este país.
Incluso, llegó a preparar un complot para quitarle la vida al ex presidente Joaquín Balaguer, quien lo reprimió enviándolo a prisión durante más de un año.
Flores Estrella desafiaba a Balaguer junto a Tomás Castro en programas que compartían en la radio.
En los espacios en que participaba decía junto a Castro que Balaguer tenía que hacer una redada en el Palacio Nacional.
Flores Estrella y Tomás Castro comentaban la actualidad inicialmente en Radio Pueblo, luego en HIJB y también en HIZ, generándole una alta audiencia a esos medios de comunicación.
En los últimos años Flores Estrella estaba en contacto con la población cuando participaba en los programas Pelando el Plátano, de Luis Ruiz y Sixto Daniel Acevedo, así como en Acontecer Político, que todas las tardes produce Fulgencio Espinal por Radio Cristal.
Balaguer y su gobierno le metieron represión violenta y sicológica a Flores Estrella y su familia.
Eso provocó que Flores Estrella desafiara a Balaguer calificándolo de cobarde y traidor.
A pesar de la represión del gobierno balaguerista y de los intentos por fusilar su reputación, no pudo con Rafael Flores Estrella, un hombre honesto a carta cabal y a quien le montaron la novelita de los lunes que producía el ex presidente Balaguer.
Flores Estrella no pudo ser doblegado por Balaguer y su anillo.
Flores Estrella se defendió con valentía y honor en los tribunales, los que recibieron líneas para condenarlo.
Flores Estrella, en la cárcel, le respondió con energía a un coronel de la Policía que trató de desconsiderarlo.
Con la muerte de Rafael Flores Estrella el país ha perdido a uno de sus mejores ciudadanos.
A un ciudadano que dio cátedras de honestidad.
El país pierde una de las mejores voces de la dominicanidad.
Caramba, una enfermedad terminal provocó el fallecimiento de Rafael.”

Así, pude enjugar mis lágrimas

Y, miren cómo pude enjugar las lagrimas de sentimiento y recordación de mi amigo Rafael Flores Estrella, al leer una versión del poeta y antropólogo Mario Veloz Maggiolo, que me envió desde Estados Unidos el amigo y colega Ramón Sanabia Juliao, me sacó de congoja para hacerme reir y pienso que Rafaelito así lo quiso, pues era tanto lo que reíamos en las juergas, tertulias, y encuentros cotidianos, junto al mútuo amigo, licenciado Luis Márquez. Ahora, doy paso a la lectura del pasaje del libro “Paco Escribano: genio del humor# escrito por MARCIO VELOZ MAGGIOLO:


“Se llamaba Rafael Tavárez Labrador y había nacido en Santiago. La sociedad dominicana le conoció como Paquita Escribano, personaje del canto femenino al que comenzó imitando en los escenarios nacionales, hasta que la radio le convirtió en una especie de líder de la comedia, el chiste amargo, el chisme nacional y el humor de todo tipo.
Entonces los años lo convirtieron, en un extraño cambio de sexo gramatical en Paco Escribano. Don Paco le llamó Valentín González Rionda a partir de los años cuarenta, y en los barrios, ocultamente, los muchachos seguimos llamándole “Paquita”. Con frecuencia le vimos en las calles de Villa Francisca, barrio que don Paco amó, y en el que vivió muchas veces. Su amiga Isabel Rollins solía recibirlo en la calle Jacinto de la Concha, al borde de la antigua escuela Haití, luego Comando B-3 y más tarde Ensanche La Cucaracha, y sacarle su mecedora grande en la que Paco se “estribaba” y recibía a algunos amigos. Uno de ellos era el sin par Miguel Sampol, un cocinero de dotes tales que era invitado entonces por las grandes familias para los “buffets” en las casas del poder, siendo además experto en repostería de importancia en toda la capital. Miguel era amigo de doña Isabel, y en esa casa de madera de tres puertas, con patio alto hacia la calle Tomás de la Concha, podía verse el trío conversar. Para esos años finales de los cuarenta Paco era famoso. En la cuesta o bajada de la calle, entre Félix María Ruiz y Ravelo, jugábamos al béisbol. Paco, a diferencia de su sentido humorístico radial, no tenía muy buen humor para con los muchachos que usábamos la calle como campo deportivo. De modo que cuando la mecedora de Paco estaba en la acera alta teníamos que ser cautelosos, porque en ocasiones alguien llamaba a la Policía y se armaba el corredero.



Vivir en Villa Francisca


En la Villa Francisca de entonces, Paco vivió durante algún tiempo en casa de la familia Rivera, donde “las Rivera”, hermanas de Felo Rivera, cátcher de los equipos del barrio. De esa época era el famoso guacamayo de Paquita. El primer engendro de cotorra grande que vi en la vida. El animal, ubicado en el balcón, gritaba en las madrugadas y mi padre decía: “oye la bocina de Paquita”. Era un animal colorido que se le posaba en el hombro y que creo le trajeron de Perú o de no sé dónde. Los adolescentes pasábamos por la puerta de “las Rivera” para ver de cerca el guacamayo de Paco. En verdad un animal bello. La casa, ubicada en la calle Enriquillo casi esquina Ravelo, era igualmente de madera, de acera alta en una calle sin asfalto como las de entonces, ubicada frente al colmado de Trompoloco, donde bebíamos con frecuencia leche batida y cierto mabí de buen sabor.


Entre Villa Francisca y Villa Duarte



La otra residencia de Paco Escribano, creo que simultánea con la creación de Radio Escribano en Villa Duarte, fue en la calle Castelar, un callejón hoy arropado por túneles aéreos que atraviesan la calle, en el laberinto comercial que representa la Villa Francisca actual, destruida y arrabalizada por un comercialismo sin controles, en donde todavía la glorieta tiene la pintura roja que en su cúpula distingue la campaña reformista hecha una vez, desde el Ayuntamiento por los seguidores de Corporán de los Santos.
Para nosotros Paco Escribano ha sido el humorista más controversial de la radio dominicana. Inteligente, con grandes ínfulas de intelectual al punto de crear poemas que, como “La vidriera”, declamada en sus programas meridianos, era un enamorado de las canciones y de la vida española. La influencia de la original Paquita Escribano le mantuvo siempre al borde de una hispanidad entre cómica y seria. Hay fotos de Paco aún entrado en años con peineta sevillana, mantón de Manila, cejas pintadas, y mirada andaluza. Nadie olvida aquellos programas en los que interpretaba no sólo plenas como El Obispo de Roma, su tema musical, sino parte de cuplés como La Chica del Diecisiete, o pasodobles como Silverio, de Agustín Lara, o Baldomero Tuercebotas, músicas que referían viejas experiencias escénicas de su etapa andaluza.



La radio cambió “lo andaluz”



Pero fueron residuos de un pasado hacia un presente en donde la radio cambiaría lo andaluz por lo popular dominicano. Y ese espacio, el cual viví desde los años cuarenta, se completó con un artista disímil, liberal en muchos casos, indescifrable, que siendo un querendón de la madre de Trujillo y amigo de mucha gente de poder, se atrevió en ocasiones a criticar solapadamente la dictadura, lo que le trajo graves inconvenientes, pero no la muerte, como se ha dicho. Paco Escribano conformaba con Valentín González un dúo inquebrantable. El cantante Frank Cruz fue uno de sus grandes amigos, y el Doctor Chan Aquino el médico que le atendió en sus días finales.


Ciprián el que vende “chinas”


La HIZ, estación radial propiedad de Frank Hatton, de largo historial en la radio nacional, dio cabida al programa meridiano de Paco. Al mediodía nadie que tuviera radio se perdía el mismo. La retahila de chistes, las ocurrencias, la amenidad, y el desparpajo del artista iban desde el chiste inteligente hasta el de cierta vulgaridad. El repentismo era su fuerte. Durante aquellos días existía un personaje llamado Ciprián, característicamente homosexual, vendedor de naranjas. Era un hombre alto y de nariz aguileña, blanco si puede llamarse blanco a un tipo también de piel anaranjada. La fama homosexual de Ciprián le inspiró a Paco un cantar que más que cantar era una amenaza: “Ciprián el que vende chinas...te quiere ver, ay te quiere ver....Ciprián el que vende chinas, es un tipo popular, la gente por las esquinas no se cansa de gritar...Ciprián el que vende chinas. te quiere ver, te quiere ver”.
Entre nosotros el cantar de don Paco era usado para la burla de algunos amigos que tenían ciertas tendencias nada varoniles.
De chiste en chiste o de chisme en chisme el programa de Paco animaba las contradicciones familiares, denunciaba situaciones urbanas y chismes de barrio y más de un cuerno terminó en tragedia, mientras que criticaba en ocasiones a los del Ayuntamiento, o a personas que tenían cierta prosapia, y el cuento de que dijera que si en La Voz Dominicana caía una bomba saldría el plumerío porque allí volaban desde el más chiquito hasta “el mayor”, fue una realidad que escuchamos y que se expandió por toda la capital, siendo la comidilla de los barrios y de ciertas clases. Se dice que el mayor Petán Trujillo se sintió, naturalmente aludido en su machismo digital, y que doña Julia Molina, la llamada “Excelsa Matrona”, tuvo que intervenir con el Generalísimo para evitar la tragedia. No estaba el programa exento de puyas políticas que generaban situaciones contra los desafectos al régimen.
Paco tenía en sus programas radiales un grupo de músicos que generalmente acompañaban a Frank Cruz en las interpretaciones de aquellos temas que no eran los del actor. Recuerdo A Riquín Bustamente, hermano del maestro Bienvenido Bustamente. En 1985, cuando visité Estocolmo, supe por Ramón Bodden que Riquín vivía allí como músico desde hacía largos años. No pude verlo. Paco se refería a El Mulo, uno de sus músicos, y hacía chistes fuertes con sus dotes masculinas.


Cero invasión, una caída estrepitosa



Oriundo de las tablas, como dicen los artistas, Paco Escribano nunca abandonó el teatro. Escribía comedias ligeras, muchas de ellas hechas para trabajar en el papel femenino, que era su gozo. El Teatro Julia, de Villa Francisca, fue escenario de algunas de sus obras. A veces no se presentaban obras, sino que la noche era velada de chistes, en verdad chistes verdes a los que Valentín les daba un sabor entre cubano y andaluz.
Poco antes de los años finales de la dictadura, justamente a raíz de la invasión del 14 de junio de 1959, Paquita estrenó una obrita titulada “Cero Invasión”, en la que se burlaba de la misma, y presentaba a los campesinos dominicanos exterminando chistosamente a los invasores a cacerolazos limpios. En verdad la decadencia de Paco había comenzado. El país estaba dividido, muchos jóvenes dominicanos apoyaban silenciosamente a los invasores, La Voz Dominicana había radiado aquellos avisos en los que se daba la lista de los muertos con saña. Sobre Paco corrieron rumores que lo vinculaban con hechos relacionados con celestinaje de alto nivel, se llegó a decir que fue golpeado por un alto integrante del poder dominicano de la época mediante esbirros contratados para ello y que murió de esa golpiza. Se dijo que la golpiza fue hecha con pequeños sacos de arena. De modo que la imagen final pudiera haber sido la de un mártir de la tiranía. Yo mismo escribí sobre el rumor en alguna ocasión, pero el Doctor Angel Chan Aquino, quien le acompañó hasta Puerto Rico para tratarle males renales, me corrigió en un artículo de hace años. Paco tenía problemas de ese tipo, y murió precisamente a causa de ellos. No hubo golpiza ni nada parecido.


Llegar a Freddy Beras


Paquita Escribano dominó una época absurda de la vida dominicana. No había televisión en sus años de mayores éxitos, nunca incursionó realmente en ella cuando apareció la misma en los años cincuenta. Fiel a la radio y a la escena, murió en la pre-modernidad.
Si se quiere comparar su actividad con la de Freddy Beras Goico, creo que los parámetros son diferentes. Recientemente se ha hablado de comparaciones en algunos trabajos en la prensa nacional. Freddy me parece el humorista local más completo que ha tenido el país. Freddy es el humor moderno dominicano, con una fuerza histriónica superior a la de Paco, quien era monótono como actor y como imitador, quien nunca rasgó una guitarra, quien jamás se diversificó en personajes como los de Freddy, y quien intelectualmente no alcanzaba las zonas que alcanza Freddy. Freddy, en lo político, es parte de una familia golpeada por la dictadura en el preciso momento psicológico en el que Paco había estrenado Cero Invasión, y es el exiliado anti-trujillista, y el combatiente de abril. No hay paralelismos, pese a que la impronta de Escribano está en muchas de sus concepciones, pero es la mejor impronta. A Freddy lo conozco desde que era un niño y recuerdo aquel día en que tomándonos un mondongo donde Malkún junto, Maximito Beras, su hermano y amigo desaparecido, al ver mi sorpresa porque repetía la dosis, me dijo, como excusándose:
“Marcio, quiero que sepas que soy una de las grandes cucharas de la patria.” En aquel momento Freddy tenía sólo 14 años. Fue la primera vez que Freddy Beras Goico me hizo reír, y no he podido parar de hacerlo, ni he dejado de admirar su inteligencia.
*EL AUTOR es narrador, poeta, ensayista, crítico literario, arqueólogo y antropólogo dominicano. Reside en Santo Domingo, República Dominicana
(Ramón Sanabia Juliao, tiene como consigna que enarbola: "Hablan de todos, hablaron de Cristo, imagínese usted si no van a hablar de mi".)


http://hipicosas.blogspot.com/




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