Hípica: Autor/Tomás E. Montás
La gloria de un beso del hijo fiel
En medio del éxtasis de la victoria, demostrado en el círculo de ganadores del hipódromo V Centenario, un efusivo beso contuvo las lágrimas de un padre amoroso, que debía más bien sonreír a raudales de felicidad por el triunfo de un ejemplar criado con un cuidadoso cruce de excelencia genética y recóndita ambición de producir un gran campeón.
Fue el beso que, en un gesto de humildad, recibió el doctor Angel Contreras Mejía de su hijo Angel Bennet Contreras cuando, desbordado por la alegría, expresó que estaba a punto de llorar y ahí mismo la ternura de ese beso en su frente se posó para calmarlo y exclamar, entonces alborozado, cuán feliz estaba al ganar su caballo Golden Boy la carrera más importante de su exitosa vida sobre la pista del hipódromo V Centenario.
El momento era para apreciar que tal ese beso venía como el flujo sanguíneo de aquél niño que, entonces, recibía de su padre el beso cariñoso y apaciguador de tantos mimos que talvez necesitó para calmar sus infantiles reclamos y enojos inocentes, en una manifestación dable solo entre el mejor padre y mejor hijo.
Pero fue, en realidad, la gloria del beso del hijo fiel entregado a su padre en un instante de éxtasis inmenso para el laureado médico cardiólogo que en los años 80 abrazó la crianza del caballo pura sangre de carreras, que al unísono con el rancho San Antonio, en Monte Plata, sostenía su cuadra con el mismo nombre en el legendario hipódromo Perla Antillana y que hoy día trillan el camino del éxito mayor en la pista del hipódromo V Centenario.
El brioso dosañero Golden Boy, producto del padrote Egtessad en Lotería, criado en el rancho San Antonio, lar de nacimiento del gran campeón Sicótico -propiedad de los Contreras- se había alzado con el triunfo de los machos del programa clasiquero sabatino de la Asociación Dominicana de Criadores de Caballos Pura Sangre de Carreras, presidido justamente por el entusiasta Angelito, cuya entrega y entereza a devenido en un contagio a los demás criadores, para dedicarse más en el futuro inmediato al fomento de la producción caballar.
Como anticipo, se había realizado la prueba que disputaron las hembras, que ganó una potranca de otro Angel -no crean que estábamos en el cielo- más claramente el ingeniero Angel Rubio Sánchez, uno de los mayores inversionistas este año en la adquisición del noble bruto, tanto nativo como importado.
Angelito, el ingeniero, tuvo una tarde esplendorosa, lo mismo que Angelito, el médico, pues ambos alcanzaron, indistintamente, un primer y segundo lugares, acaparando los mayores dividendos de los premios en metálico reservados en las carreras clásicas, recibiendo, además de los lauros, vistosos trofeos que exhibirán orondos en sus hogares u oficinas profesionales.
En la primera carrera clásica, bajo la conducencia del nóvel jinete Luis Jiménez, la potranca del establo ARS, Quiet Spectacular, nacida en Haras Higueral, de La Romana, y entrenada por Nelson García, se impuso en un punta a punta en la distancia 1,400 metros, realizando el trayecto en 1 minuto y 23 segundos, arribando justo detrás Fashionista, un producto del rancho San Antonio y del establo del mismo nombre, conducida por Victor Severino y entrenada por Juan Jiménez con el asesoramiento del ducho entrenador Eugenio Deschamps.
En el clásico de los machos el potro Golden Boy por a penas 2 décimas de segundos no emuló el récord impuesto por el campeón nativo Sicótico el 26 de septiembre último de 1.42 flash para la distancia de 1,700 metros. El segundo lugar lo ocupó Gurú, del ARS y conducido por Luís Jiménez, así como entrenado, también, por Nelson García.
En ambas carreras clasiqueras compitieron ejemplares propiedad de Juan José -Guingue- Attías, Roberto Payano, Antonio Torres Morillo, Osiris Bautista, Juan Julio Abreu y Felo Estévez.
Previo al cartel, los criadores anunciaron que para el próximo año ya esperan llevar a la pista a un centenar de caballos, sumando el nacimiento de los productos de las haras existentes y que engrosarán el hábitat caballar del hipódromo V Centenario, que tanto está requerido de ejemplares para la excitante como productiva actividad popular.
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