jueves, 7 de julio de 2011

"Los honestos no se esconden, tampoco guardan silencio"...

Hípica: Autor del Blogger
              Tomás E. Montás


El hipódromo corre
hacia la privatización

("Con la verdad, ni ofendo ni temo...")

El hipódromo V Centenario, inaugurado hace 16 años como una instalación moderna y majestuosa, va camino a la privatización, conforme un plan que es llevado con rigor, tal cual el secreto mejor guardado, por allegados al gobierno, como ha sucedido con similares operaciones estatales, involucrándose funcionarios.
El parque hípico, que a lo largo del ejercicio de casi doce años del presidente Leonel Fernández es el único mandatario que en su existencia no lo ha visitado, está en carpeta para ser privatizado, en connivencia con magnates criollos prestos a compartirlo.
Según una  información recibida por este Blogger, instigados por un magnate de la hípica criolla, inversionistas venezolanos están en búsqueda de hacerse del hipódromo con una aportación pírrica, aprovechando la crisis que afecta la actividad, situación a la que ha sido llevada con esos fines por quienes detentan su administración.
El moderno hipódromo, construido con una inversión de alrededor de 300 millones de pesos por el gobierno del presidente Joaquín Balaguer y que fue inaugurado el 20 de abril del año 1995, está enclavado en un terreno que mide alrededor de 689 mil metros cuadrados, cuyo valor es inmensamente mayor que el que se pretende ofertar en compra.
Los inversionistas venezolanos que habrían sido contactados pertenecen a un grupo de ricos que huyen con sus capitales hacia otras latitudes ante la retranca que representa para ellos el régimen del comandante Hugo Chávez Frías, quien tomó algunas medidas para corregir entuertos en los hipódromos de esa Nación.   
El concepto neoliberal de las privatizaciones fue llevado a la práctica por el primer gobierno del presidente Fernández y es poco el éxito que puede exhibir aquélla política, que se caracterizó por capitalizar empresas del Estado y que no rinden aportes directos a la población, cuando no se convirtieron en capitales golondrinas, como pudiera ocurrir con la cancha hípica.
El hipódromo, que sufre desde el sábado último una parálisis en sus actividades en la pista, es parte de un proyecto turístico y fue construido en el lugar, donde está enclavado, como parte del plan de “Ciudad Satélite” que propulsó el régimen de Balaguer y  retardado en su desarrollo, desde entonces.
Una demanda de pago de los jockeys paralizó las carreras el sábado, en adición a la reticencia a inscribir sus caballos por los dueños, cuya federación plantea el pago de premios atrasados y otros compromisos por alrededor de 7 millones de pesos, lo que agrava una crisis jamás experimentada, involucrando también a los criadores..
Esta crisis viene latiendo desde mediados de marzo cuando asumió la gerencia administrativa de la instalación el señor Cristian Ottoniel -Otto- Peña, hijo del magnate de la construcción y un hípico de toda la vida, ingeniero Diandino Peña, cuya presencia y ejecución detestan ahora algunos entes, abogando por su destitución, y que exponen como condición insoslayable para correr de nuevo.
La siembra de la crisis comenzó con una serie de medidas asumidas por el bisoño Otto Peña, quien reemplazó al licenciado Odalix Pimentel Báez, que estuvo unos dos años al frente, situación que se ha empeorado, y que a lo largo de sus 16 años, el hipódromo no había confrontado de manera tan gravosa.
Lo primero que hizo Otto Peña, llamado por algunos hipistas como “Otto Leña” y “Trucutú”, fue negar el suministro de la Revista Hípica, una herramienta de trabajo,  a los cronistas y pronosticadores hípicos, en una medida alegadamente de austeridad, así como la cancelación del contrato de publicidad que tenían la mayoría de los productores de programas de orientación al fanático apostador, lo que hizo sin pagar cuatro meses de atrasos a más de una decena de ellos.
Y lo más patético del caso es que, de manera arrogante, prepotente y odiosamente agresivo, se regodea de no honrar, al menos, lo que se adeuda a quien esto escribe, como a todo quien le haya hecho algún reproche o críticas por sus desatinos.
Todo un rosario de acciones que han minado el crédito de este personaje, conocido más como entrenador y al propio tiempo dueño de caballos, que mientras no ostentó la posición tenía en el hipódromo un cierto carisma compándose accesible a todos los hípicos, entrenadores y dueños como él, así como con jinetes, palafreneros, trabajadores de cuadras y ejecutivos hípicos.
Pero los “humos” se le han ido a la cabeza y ahora actúa como un gran déspota, pretendiendo imponer criterios y medidas que deben ser consensuadas entre las partes que constituyen el negocio de las carreras de caballos, de lo cual ya están “jartos” los inversionistas, como dueños y criadores de caballos, que han pedido la intervención del presidente Leonel Fernández para que les quiten “ése clavito en el zapato”.
En su pretendido ritual de poderoso, apoyándose en todo su accionar al poder fáctico que se le atribuye a su padre, como constructor preferido en el gobierno y de ser de los allegados más íntimos del presidente de la República, se da el lujo hasta de insultar con epítetos soeces a jinetes y propietarios de caballos, a quienes dirige sus dardos aludiendo que los dueños “tendrán que comerse sus caballos con yuca”.
En tanto, maldice a los jockeys por no querer correr por la falta de pago de sus porcentajes cuando ganan un caballo, pagos que habían venido recibiendo a través de una operación de préstamos y cambio de cheques no repuestos por la administración que, por igual, adeuda millones de pesos a los dueños, a través de los cuales cobran los jockeys.
La armonía absoluta ha sido rota a la llegada del administrador más repudiado en el hipódromo, sobre todo después de que por una ineficiencia de trámite el jockey Miguel Sánchez murió en la pista al sufrir un accidente cuando no había una ambulancia para los primeros auxilios profesionales.
Nunca podía pensarse que la hípica dominicana estaría sufriendo tan severa crisis, sobre todo entre los más importantes entes hípicos.
Y ello se debe a la ausencia de armonía, que es la clave entre las personas racionales, como son quienes representan los Dueños, la Gerencia operadora; entrenadores, jinetes, y cronistas hípicos. Sí, cronistas, porque sin cronistas conscientes, desapasionados y dispuestos a difundir positivamente la hípica, el fanático no responde con confianza.
Se plantea que para que la hípica resurja, en beneficio de miles y miles de dominicanos, se requiere que se cumpla el deseo de amplios sectores hípicos que demandan la destitución de Otto Peña, por irrespetuoso, prepotente, engreído, imprudente, improvisado, caprichoso e insensible, en cuyas manos la hípica ha caído al suelo y que tal parece que no la para nadie, a menos que el hipódromo sea privatizado o capitalizado por inversionistas extranjeros, como se sospecha es el plan oficial.
Al parecer, algunos de los que están inmersos en la crisis esperan que quienes regentean el hipódromo -para conducirlo por un mejor sendero, sin tener que privatizarlo- obtengan una asignación de fondos del gobierno, necesarios para operar sin los déficits que son causa del deterioro que hoy exhiben sus finanzas por la caída de la jugada, consecuencia de una tortuosa como pésima gestión.
Los déficits entre los ingresos y egresos son extraordinarios, producto de bajas apuestas y ninguna inversión, como dijo un empresario hípico que “el asunto es que los costos operativos están muy por encima que los ingresos disponibles”.
Se da por descontado que lo que se requiere son las inversiones necesarias, en todos los niveles, y ese dinero solo lo puede suplir el gobierno como dueño del hipódromo o por las aportaciones de inversionistas a resultas del plan revelado a este Blogger.


 
http://hipicosas.blogspot.com/



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