lunes, 27 de febrero de 2012

La vanidad acrecienta la ambición de fortuna, de enriquecimiento ilícito, de la corrupción moral y material, que genera poder, que siempre pretende ser omnímodo...

Política: Autor del Blogger/Tomás E. Montás

Si quieres saber
quién es Mundito…
dale un carguito

(“Con el mallete”, título de una columna que escribe la juez  Katia Miguelina Jiménez Martínez en el periódico digital Acento.com titulado “Si quieres saber quién es Mundito…dale un carguito”, el que comentamos)

Sobre Katia Miguelina Jiménez Martínez: Profesora. Jueza de la Primera Sala de la Cámara Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional. Se graduó de Doctora en Derecho, (Magna Cum Laude) en UNIBE. Obtuvo el título de Especialista en Estudios Judiciales, (Summa Cum Laude), en la UNPHU. También ha realizado estudios de Maestría en Derecho Constitucional en UNIBE, año 2009. Desde diciembre 2011 es jueza del Tribunal Constitucionales muy conocido por todos el refrán que dice “si quieres saber quién es Mundito, dale un carguito”, el cual alude a quienes sintiéndose elevados en poder son al mismo tiempo incapaces de medir el daño colateral que pueda producir su voluntad, precisamente, de poder.

si quieres saber quién es Mundito, dale un carguito”

“Hace poco visité una oficina pública y allí fui testigo del maltrato que le fue dispensado a una humilde mujer por un funcionario público de tercera categoría, viéndome obligada a intervenir a su favor sin conocerla, pues no pude resistirme a la idea de hacerle entender a ese otro “Mundito”, pues andan muchos por ahí, que como funcionario público su actuación debe estar dirigida a satisfacer necesidades de interés general, o sea de los administrados, y no a demostrar quién es el jefe.
La experiencia que antecede me motivó a hacer esta reflexión sobre la idiosincrasia del “Mundito” dominicano, personaje al cual el poder lo hace creer dueño y señor del universo, en perjuicio de la realización de los fines del Estado. Y que conste que este análisis engloba a toda clase de funcionario público.
“Mundito” cuando accede al cargo cambia su carácter hacia la prepotencia sobre los demás seres humanos. La prepotencia es la cualidad de sentirse poderoso, dominador de quienes nos rodean. Este tipo de personas no saben aceptar un NO por respuesta ante ninguna situación, aunque parezca que están en capacidad de comprenderla, realmente casi nunca la aceptan, ni tampoco que el resto de la gente no piense, ni sea como ellos. Por lo general, “Mundito” queda atrapado en las redes de su prepotencia y se ha dejado embriagar y obnubilar por su dulce aroma a “jefismo”.
Es una situación penosamente común en la función y en el servicio públicos, cuando debiera ser todo lo contrario, pues ha de suponerse que a la función pública se va a servir y no a servirse, más aun cuando al asumirse una función pública, y hasta privada, el asunto no se limita a demostrar quién es el jefe. Solo el “hombre fáustico” tiene ese tipo de mentalidad.
Cada vez que observo a un “Mundito” no puedo evitar remitirme a algunos libros que Dios ha permitido que yo lea. En efecto, todo “Mundito” debe urgentemente leer el libro de Spencer Johnson titulado “Quien se ha llevado mi queso” en la cual se aprende a adaptarse a un mundo cambiante en el que nos mueven el “queso” sin parar y en el que las personas de mentalidades posesivas terminan siendo los perdedores. Mientras que en el pasado queríamos empleados leales, hoy necesitamos personas flexibles que no sean posesivas con “la manera de hacer las cosas aquí”. “A los perdedores les afecta el cambio. Por el contrario, los ganadores son los que generan y lideran los cambios”.
Por igual, todo “Mundito” tampoco conoce, o por lo menos nada aprendió si lo leyó, de un libro esencial, publicado en 1918: “La Decadencia de Occidente” de Oswald Spengler, en el que su autor toma prestado el personaje de Goethe, que se llama “Fausto”. Ese hombre era un sabio que un día se cansó del polvo de los libros y de las soledades de las bibliotecas. Fue visitado por el Diablo encarnado por Mefistófeles, quien le ofrece a Fausto devolverle la juventud, las ansias de vivir, de conquistar los placeres del mundo y todas sus tentaciones a cambio de un pacto, por el cual vende su alma y Fausto acepta.
De ahí que surgiera la caracterización del “hombre fáustico” como aquel que sólo piensa en el poder, sin reparar en el daño que esa voluntad avasallante de gloria, pueda llegar a producir. Voy directamente a algunos de sus pasajes: Fausto declara…”no trato de buscar la felicidad. Quiero el vértigo que ciega, los placeres que dañan, el amor que participa del odio, el pesar que deleita”.
Sigue diciendo Fausto…”Mi corazón curado de la fiebre del saber, debe saborear toda clase de dolores; quiero sentir todo cuanto los demás hombres han sentido; quiero experimentar, como ellos, lo que tiene de sublime el gozo y el dolor; acumular en mi seno el bien el mal”.
Más llanamente hablando, “mundito” o “el hombre fáustico” se cree superior y merecedor de lisonjas, pero no se da cuenta que allá donde va, acaba apestando nauseabundamente, y para colmo de males, existen personas aduladoras y serviles que los mantienen en el auto engaño, complaciéndolos pero en función de sus propios intereses personales. Pero “Mundito” está tan borracho de poder que no repara en esto último.
Sencillamente “Mundito” está ciego porque lo quiere todo. Es insaciable. El vértigo lo absorbe. No tiene otro objetivo que el placer, el éxito, la autosatisfacción. Su ego, crecido por el poder que posee, lo coloca muy lejos de la frase lapidaria pronunciada por John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto Presidente de los Estados Unidos, cuando conversando con un ciudadano le dijo: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti. Pregunta qué puedes hacer por tu país”.
Frente a ese panorama “mundito el fáustico” que se ha elevado en la soberbia y la prepotencia, tarde o temprano habrá de encarnar a la ley de la gravedad que se resume en: todo lo que sube tiene que bajar. Y cuando llega ese momento cabría que “Mundito” se preguntara: ¿Y ahora qué?

Opiniones:
Tomás E. Montás ·Comentarista destacado· 68 años

Esta denuncia, cual sentencia de una juez, es traje a la medida a un discurso que no había sido aún escrito y todavía no pronunciado; entonces, posteriormente escuchado...Así no son las revoluciones en función del servicio en oficinas del Estado...digamos nosotros. Hay que vivirlo, para decirlo....
 
Yildalin Tatem Brache · Liceo Emiliano Tejera

Sin desperdicios!!!!  formidable planteamiento sobre "el ego" y "creer ser “importante" en la medida en que me siento "en el poder"

  Miki Reynoso....
Lamentablemente Magistrada, así como usted dice, es cierto estos " Munditos" están por doquier en el estrato social nuestro, la vanidad, el orgullo, la intriga, la sed del poder son los elementos sustanciales que domina el corazón del hombre y no solamente se ve en los estratos públicos, sino en el privado, en las empresas e industrias, ahí es donde nosotros vemos a diario como los empleadores y gerentes de una empresa explotan y abusan de su autoridad, el sosiego de saber que con el poder, puede borrar todo elemento y principio que emana del de tener un sentimiento humano y digno de dirigirse a sus súbditos.
Entre tanto, su mensaje tiene validez, ya que, usted como precursora del poder público, está en su deber de velar por los más débiles que se sienten inofensivos ante estos tipos de sujetos que entablan dentro del poder y que, manchan el buen nombre o lo poco que le queda al sector público y al estado mismo. No podemos confiar en que, personas tan arrogantes como estas, se puedan servir con " la cuchara grande" de querer hacer lo que se les antoje sin que nadie, de las autoridades mas arribas se refiere- no puedan detener a estas personas que abusan de su autoridad y de sus posiciones. Excelente nota la suya Magistrada.


27 de febrero del 2012 Enviado por: Katia Miguelina Jiménez Martínez. Acento.com

http://hipicosas.blogspot.com/

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